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miércoles, 17 de septiembre de 2014

Estafa Celestral


Los días más largos del año quedaron atrás, pero todavía falta mucha luz, calor, y apertura hacia los demás por disfrutar, aunque la observación de los astros nos indique que está terminando el estivo. Finaliza un, cada vez más desordenado, ciclo climático. Luego bajará la temperatura para que nos apetezca volver a saborear el calor de nuestras casas dando paso al reencuentro con nosotros mismos, aunque quizá ese desorden, al cual ya nos hemos habituando, nos obligue a enfundar la camiseta de manga corta en las fiestas navidosas, como tantas veces ha pasado. Después de unas buenas vacaciones en silencio reflexivo, teniendo la lengua llena de pelos y metida en otras partes, vuelve El Rincón del Neologismo, dispuesto a seguir haciéndole su particular depilación láser al lenguaje y a cualquier otra lengua, animal o cosa que se encuentre en su camínido...



Sin más preángulos ni concavidades esta semana os proponemos el siguiente concepto: ESTAFA CELESTRAL. Hemos disfrutado de un magnífico verano en el hemisferio norte terrestre, y es sobre todo en el mes de agosto cuando más apetece observar los cielos nocturnos por la agradable temperatura y las diferentes lluvias de meteoros provenientes de los lugares más perseidos de la galaxia. Comúnmente llamadas estrellas fugaces, cuenta una antigua leyenda que al verlas atravesar el cielo puedes pedir un deseo y este se te cumplirá con total garantía, hasta tal punto que nos es imposible estar divisando tal fenómeno celeste y no juguetear en nuestro monologo interno con la ilusión de satisfacción de alguna de nuestras esperanzas más intimas. ¡Ha llegado entonces esa gran oportunidad que estabas esperando para salir del fango, la tienes que aprovechar y lo sabes!, esa noche veraniega de mitad de agosto te debes subir a lo alto de una buena montaña con baja contaminación lumínica y tu lista de la compra para susurrarle al cielo en su oído todos los artículos que tienes en la lista de deseos de tu cuenta de PÁLMAZON, porque vas a ver pasar tantas estrellas fugaces que se te amontonarán las palabras, las emociones, las proyecciones futuras y terminarás tartamudeando con rampas en la lengua..., podrás incluso pedir cosas para tu padre, tu madre o tu pareja, tus hijos o tu abuela..., y si permaneces varias horas en esa gran montaña de los huevos de oro te flaquearan las ganas de seguir deseando y hasta es posible que entres en terrible peligro de odiar la felicidad y desear la desposesión de algunos de los artículos que complementan tu vida con tal de no seguir formulado más absurdos deseos..., todo esto sin tener en cuenta que...

¡¡¡Las estrellas fugaces son otra gran ESTAFA CELESTRAL más!!! 

Nos inventamos rápidamente la cifra y podemos deducir que el 95% de los deseos pedidos a estrellas fugaces no se están cumpliendo, pero..., ¿qué es esta puta mierda?, ¿quién es el responsable?, ¿a quién le reclamo yo ahora todas mis esperanzas puestas en aquel deseo que le pedí a aquella estrella que al revolotear graciosamente por encima de mi cabeza pareció sonreírme y sobreiluminó más el cielo que el resto, dándome la sensación de confirmación de mi pedido?, ¿qué hago yo ahora con mis frustraciones amorosas, económicas y consumistas?, ¿estamos ante un nuevo modelo de CORRUPCIÓN de nuestras esperanzas e ilusiones?, ¿a ver si es que en las puertas del cielo no está San Pedro y resulta que está el Cabrón de Bárcenas promoviendo la CORRUPCIÓN CELESTRAL?..., ¿o quizá todo esto se puede entender mejor desde la filosofía oriental y entonces resulta que sí se están cumpliendo nuestros deseos, pues al pedir deseos lo que fomentamos es desear cosas y entonces se nos concede que sigamos deseando?




En cualquier caso hemos de ser conscientes de que no es la primera vez que nos dejamos engañar en asuntos relacionados con los cielos, con creencias y con alimentar nuestras carencias en vez de nuestras virtudes como individuos. Tanto desear es en parte no saber disfrutar de lo que se tiene o de lo que se es, y esto no es si no que otra herramienta más del salvajismo mercantil para que sigamos empobreciendo nuestras almas y nuestro querido planeta, pues a excepción del agua y el bendito calor del sol, las cosas buenas de la vida no llueven del cielo por arte de magia..., ¿o sí? 


Dedicado a la involuntaria y fortuita inspiración que se produce al compartir algunos buenos momentos con el Excelentísimo Doctor Vanouni.